lunes, 26 de abril de 2010

¿Velo o no velo?: un burka por amor

En pleno debate sobre el uso del velo islámico en los colegios me he leído el libro de Reyes Monforte "Un burka por amor".

Este libro no puede dejar a nadie indiferente, es la historia real de una mujer española que, por amor, es capaz de vivir en Afganistán durante la revolución talibán, ponerse un burka y anularse como persona.

Dejando a parte el gran esfuerzo que esta mujer hizo por su marido (una preciosa historia de amor que no tiene límites) quiero analizar un poco lo que cuenta, cómo era la vida en Afganistán y cómo cuenta que tratan a la gente, en especial a las mujeres, desde el punto de vista de una mujer europea, acostumbrada a las costumbres que aquí tenemos y a la sociedad que ha ido evolucionando a través de los años.

Quiero pensar que la historia está adornada para darle mayor dramatismo a la novela y que la vivencia no es del todo real porque no creo que una persona pueda soportar tanto sufrimiento, tanta tensión y le queden ganas de levantarse  día tras día sabiendo lo que le espera.

El libro cuenta la historia de una chica española (María) que vive en Londres y se enamora de un compañero de trabajo de origen afgano (Nasrad), se casan y se queda embarazada, con esto ella cree haber encontrado la felicidad. Tras otros detalles en los que no vamos a entrar (no es mi intención desvelar todo lo que cuenta el libro) viajan a Afganistán para visitar a la familia de Nasrad y en cuanto bajan del avión comienzan las complicaciones. Al pasar la frontera desde Pakistán son víctimas de un robo y se quedan sin dinero ni equipaje y lo más importante: sin documentos. Esto hará que se complique sobremanera la salida del país y por tanto deban quedarse allí no días, sino meses, incluso años.
A partir de ahí cuenta la triste historia de una mujer anulada, una mujer con inquietudes y acostumbrada a vivir en un mundo de igualdad, a tener su trabajo y sus ideas, que tiene que esconderse tras un burka, pisarlo y ahogarse debajo de él sin posibilidad de quitárselo para coger aire siquiera porque nadie puede verle la cara. Cuenta cómo en ese país las mujeres no importan, solo sirven para trabajar en casa, deslomarse y atender a sus maridos, que tampoco viven en buenas condiciones.

Describe escenas terribles de mujeres maltratadas, violadas y apedreadas por el simple hecho de salir a la calle sin la compañía de un hombre o porque una ráfaga de viento mueva su burka y una parte de su cuerpo quede al descubierto. Un país donde las mujeres no tienen derecho a sanidad y tienen que dar a luz a sus hijos en casa, con la poca ayuda que les puedan prestar sus familiares (mujeres, por supuesto) y con el peligro de abortar, desangrarse o coger infecciones. Todo ello porque un hombre no puede ver a una mujer y una mujer no puede ser médico.
No sólo las mujeres sufren el régimen talibán, también lo hacen hombres que no cumplen normas absurdas como llevar barba con una longitud adecuada, pueden llegar a morir por eso.

Después de leer este libro no me quedan dudas, no puedo aceptar que las niñas lleven el velo al colegio. No es intolerancia, no es lo mismo que llevar un tipo u otro de ropa, el problema es lo que el velo representa y no puedo estar de acuerdo con ello, no puedo viviendo en un país en el que se reconocen los derechos y libertades de las mujeres exactamente igual que los de los hombres, aquí no tenemos que ocultar nada, no tenemos que taparnos el pelo, la belleza de una mujer no tiene porqué ser escondida. Todos los seres humanos son iguales, nadie debe de someterse a nadie, por tanto no se puede llevar un símbolo que indique tal cosa.

No me vale el argumento de la religión, no hay ninguna ley islámica que obliegue a la mujer a llevar el velo, si fuese un símbolo únicamente religioso también debrían llevarlo los hombres y no es así.

Os invito a leer este libro, da mucho que pensar y sobretodo para ver la suerte que tenemos de haber nacido aquí, porque nadie decide dónde nace y es algo que, desgraciadamente, condiciona la vida de una persona, a veces no sabemos hasta qué punto.

miércoles, 14 de abril de 2010

¿Quién dijo que Bruselas no es bonito?

He estado esta semana santa visitando Amsterdam, Bruselas y Brujas. Por supuesto, ni Amsterdam ni Brujas me han decepcionado nada con sus casitas y sus canales, es tan bonito como me habían contado o algo más. Además me ha encantado el ambiente que se respira por las calles, se nota que son ciudades europeas abiertas a distintas culturas y costumbres desde el respeto y la tolerancia. Da gusto pasear por sus calles.
Pero hoy no quiero hablar de Amsterdam ni de Brujas, sino de Bruselas, ciudad olvidada (turísticamente hablando) sin razón. Antes del viaje me documenté sobre qué había que ver y, buscando por internet, la mayoría de los comentarios eran malos, la gente decía que era una ciudad fea, que no tenía nada que ver. Pues una vez allí Bruselas me sorprendió gratamente, y no solo porque estábamos como en casa (a parte de la cantidad de españoles que había, muchos belgas también hablaban español), sino por la ciudad en si.
Me recordó mucho a París, por supuesto que no es tan bonita ni tiene tantas cosas que ver, todo en su justa medida.
Lo primero que vimos fue el palacio de justicia, parece que no es muy conocido turísticamente pero el edificio es muy bonito, su arquitectura y sus grandes dimensiones hacen de él un monumento digno de una visita, por lo menos por fuera.
La Grand Place es una pasada, cada edificio de los que la rodea es más bonito que el anterior, no fuí capaz de hacer tantas fotos como se merecía y tuve que terminar grabando un vídeo para abarcar todos los rincones bonitos. El edificio del ayuntamiento es increible.
Al lado de la plaza está Manneken Pis, que es una estatua de bronce de unos cincuenta centímetros que representa a un niño pequeño orinando dentro del cuenco de la fuente, no es nada de otro mundo pero está gracioso y es el símbolo de la ciudad.
Sin duda, lo más bonito de Bruselas es su catedral, es muy parecida a la famosa Notre Dame de París, no entiendo porqué nadie lo ponía en los foros pero guarda un parecido asombroso, el estilo de las torres, las vidrieras del interior y el órgano... es realmente preciosa y lo mejor es que no está tan aglomerada como Notre Dame y no hay que esperar colas.
Otro atractivo es el Atomiun, una estructura de 103 metros de altura construida para la exposición universal de 1958. Representa un cristal de hierro ampliado 165 mil millones de veces y está formado por nueve esferas de acero de 18 metros de diámetro. Es bonito por fuera y por dentro y desde arriba se puede disfrutar de las mejores vistas de Bruselas. Físicamente no tiene nada que ver pero se podría comparar a la torre Eiffel de París, también fué contruida para una exposición universal y también sirve como atractivo turístico hoy en día para proporcionar unas vistas preciosas.
Y, relaccionado con París, tenemos por último la basílica del sagrado corazón (Sacre Coeur), que si en vez de tener la cúpula verde la tuviese blanca pensaríamos que es una copia de la de París. Por dentro es una basílica más, pero por fuera es muy bonito, sobretodo porque delante de la fachada principal tiene un parque bastante grande que le da una vista espectacular.
Pero no solo tiene estos edificios, sino que paseando por sus calles puedes encontrar multitud de iglesias con unos edificios chulísimos (cabe destacar la iglesia de Saint-Jacques, que ni siquiera viene en las guias turísticas y es preciosa) y unos cuantos palacios (el palacio real es dificil que abarcar de un vistazo y cada parte es igual de bonita).
Por último cabe destacar el Parlamento Europeo, no es que el edificio sea gran cosa artísticamente hablando pero cualquier europeo debería ir hasta allí y sentirse un poco en su casa. Al fin y al cabo, es nuestra capital y allí es donde las personas que nosotros votamos se juntan, hablan y deciden por nosotros. Gracias a eso tenemos la posibilidad de movernos por todos los paises que forman la Unión Europea sin necesidad de pasaportes, aduanas, cambios de moneda... gracias a lo que en ese edificio se decide podemos sentirnos como en casa a un montón de kilómetros.
Pues este es mi pequeña aportación sobre Bruselas, aconsejo a quien tenga 2 ó 3 días libres una vista a esta ciudad. Además, a pesar del clima que tiene, hay muy buen ambiente y la gente es muy amable con los turistas, nosotros no hemos tenido ningún problema.
Y por último decir que las cervezas están muy ricas y que el barrio de Marrollers, del cual sí que hablan en las guias turísticas, es como el Lavapiés madrileño pero sin un alma por sus calles a partir de las 8 de la tarde.